El Ouroboros es
el dragón o serpiente que queda encerrada sobre sí misma al morderse o
«comerse» su propia cola, es el símbolo que representa la unión del principio celestial de
la serpiente, y el principio circular del mundo celeste.
Representando también la oposición de diversas nociones como el cielo y
la tierra, el bien y el mal, el día y la noche, el yin y el yang,
y de todos los valores que portan tales opuestos.
Sabemos que la serpiente al cambiar de piel se rejuvenece constantemente,
es el símbolo más significativo y complejo de todos los símbolos animales, y
tal vez el más antiguo: combina lo masculino y lo femenino, es la fuerza
primitiva de la vida, emblema de la divinidad creadora misma. El dragón es la
personificación reptiliana del poder primordial, sinónimo frecuente de la
serpiente en el mito y la leyenda.
El Ouroboros representa el «círculo» en su materialización en
la figura del animal del Eterno Retorno , pues sugiere que al
fin le corresponde un nuevo comienzo en constante repetición, que el final de
un camino o de un proceso significa un nuevo principio; de la imagen del
círculo del animal que se cierra, resulta una expresiva metáfora de una
repetición cíclica que significa la circulación de los tiempos, el fin de los
mundos y nuevas creaciones, del morir y del renacer, en síntesis: la
eternidad, ya simbolizada de antemano por el simple círculo.
El mito del Ouroboros, que encierra las ideas de movimiento,
continuidad, autofecundación, el tiempo y la continuidad de la vida, indica el
curso cósmico en un tiempo infinito, así como también es símbolo de la
eternidad.
El Ouroboros es el símbolo primordial de la creación del mundo, que al
morderse la cola resulta el acto de la autofecundación.
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