martes, 22 de octubre de 2013

Ouroboros y el Eterno Retorno


El Ouroboros es el dragón o serpiente que queda encerrada sobre sí misma al morderse o «comerse» su propia cola, es el símbolo que representa la unión del principio celestial de la serpiente, y el principio circular del mundo celeste. 
Representando también la oposición de diversas nociones como el cielo y la tierra, el bien y el mal, el día y la noche, el yin y el yang, y de todos los valores que portan tales opuestos.  
Sabemos que la serpiente al cambiar de piel se rejuvenece constantemente, es el símbolo más significativo y complejo de todos los símbolos animales, y tal vez el más antiguo: combina lo masculino y lo femenino, es la fuerza primitiva de la vida, emblema de la divinidad creadora misma. El dragón es la personificación reptiliana del poder primordial, sinónimo frecuente de la serpiente en el mito y la leyenda. 
El Ouroboros representa el «círculo» en su materialización en la figura del animal del Eterno Retorno , pues sugiere que al fin le corresponde un nuevo comienzo en constante repetición, que el final de un camino o de un proceso significa un nuevo principio; de la imagen del círculo del animal que se cierra, resulta una expresiva metáfora de una repetición cíclica que significa la circulación de los tiempos, el fin de los mundos y nuevas creaciones, del morir y del renacer, en síntesis: la eternidad, ya simbolizada de antemano por el simple círculo.
El mito del Ouroboros, que encierra las ideas de movimiento, continuidad, autofecundación, el tiempo y la continuidad de la vida, indica el curso cósmico en un tiempo infinito, así como también es símbolo de la eternidad.
El Ouroboros es el símbolo primordial de la creación del mundo, que al morderse la cola resulta el acto de la autofecundación.

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